27/04/2020
Si bien la función del sistema financiero es facilitar las relaciones entre las personas con excedente de dinero y las que necesitan de él para su actividad, vivimos en un mundo marcado por la financierización. Este término lo define Gerarld Epstein como el papel creciente de los intereses financieros, los mercados financieros, los agentes financieros y las instituciones financieras en el funcionamiento de las economías nacionales e internacionales.
Este rol que juega va enfocado a obtener una mayor rentabilidad financiera. Por lo que sus decisiones prescinden de muchos criterios éticos. Desde la implantación del modelo del Consenso de Washington a nivel mundial en las décadas de 1980 y 1990, hemos visto un nuevo paradigma marcado por políticas enfocadas hacia la liberalización, privatización y la desregularización. Ha conllevado una integración de mayor cuota de mercado para un reducido grupo de entidades financieras y la concentración de capital por el aumento de dicha cuota de mercado. Convirtiéndose así en el lobby más poderoso a nivel mundial, superando incluso a la política.
Se ha desarrollado un modelo de negocio enfocado a sustituir las necesidades cubiertas por el Estado de Bienestar para poder beneficiarse de este nicho de mercado, además de estar muy interesado en mercados muy rentables como la industria militar, la farmacéutica, la especulación inmobiliaria, etc. Un sistema con un fuerte componente especulativo (95% de las operaciones financieras) que poca relación tiene que ver con la economía real. En la economía real encontramos que: la Inversión Extranjera Directa (IED) es 2 billones de US$, el comercio mundial de 16 billones de US$ y el PIB Mundial de 72 billones de US$. Mientras tanto las operaciones financieras son de 1.7 billones de US$ para los préstamos sindicados, 20 billones de US$ para los títulos de deuda internacional, 300 billones de US$ para las operaciones con derivados y 1.500 billones de US$ para las operaciones con divisas. También habría que añadir que aproximadamente entre un 25-33% del PIB mundial se encuentra en paraísos fiscales.
Un sistema financiero tradicional que ha fomentado la desigualdad buscando integrar nuevos mercados para concentrar mayores riquezas, y que se ha alejado de la economía real, siendo la especulación el 95% del total de las operaciones financieras. Un sistema que es el mayor lobby e influyente en la política de los países para mercantilizar muchos derechos antes cubiertos por el Estado de Bienestar.
Todas estas prácticas han llevado a que muchas personas se queden al margen del sistema financiero porque su actividad no es “rentable”, fenómeno conocido como exclusión financiera. No obstante, han surgido nuevas fórmulas de financiación enfocadas a no cometer los mismos errores y poder cubrir las necesidades de financiación. Esta nuevas, y no tan nuevas, iniciativas se conocen como las Finanzas Éticas, y supone aplicar la misma función de cubrir necesidades de dinero con excedentes pero de una forma más democrática, participativa, inclusiva, transparente y con algún fin social y/o medioambiental. En función de las necesidades de la sociedad se han desarrollado diversas iniciativas para poder cubrirlas desde un prisma ético.
Las Finanzas Éticas se componen de 5 criterios éticos que marcan no solo la propia actividad sino también su actitud, su compromiso y su razón de ser:
A día de hoy, las Finanzas Éticas nos ofrecen todas las alternativas para poder desarrollar nuestra actividad tanto como persona como organización. Encontramos:
Artículo de Ahmed Mohamed Saleh, Activista en Finanzas Éticas
Pam a Pam se basa en 15 criterios de ESS. Uno de ellos es el de Finanzas éticas. Ofrecemos a las iniciativas de ESS que están en el mapa, y a las futuras, un artículo sobre qué es y por qué es importante este tipo de finanzas.